Cuando se emplea el término santería, no se hace
referencia al culto a los santos de la Iglesia Católica, sino a las creencias
de que eran portadores los diferentes grupos étnicos de la cultura africana
yoruba...
La Santeria o La Regla Lucumí
se origina en el Oeste de Africa, en la región conocida actualmente como
Nigeria y Benin. Es la religión tradicional del pueblo Yoruba. La
trata de esclavos trajo muchos de estos Yorubas a las costas de Cuba...
La religión afrocubana
(popular) cuyas raíces se originan en la ardiente Africa Occidental. Se adora a
la creación, El cielo, y la loma es Obatalá, el mar (Yemayá), los ríos (Ochún),
el monte y todos sus componentes, alimañas, palos, piedras, etc., (Ozain)
ORDENES DE LA RELIGIÓN YORUBA
considera que no hay
muchos seres humanos que puedan desempeñar labores de ese tipo, y aquellos que
lo logran son considerados como “ministros o dispensadores del poder divino”.
Se le conceden títulos que los colocan en altos niveles o esferas de la
sociedad. Los principales jefes o sacerdotes disfrutan de un gran respeto que
casi llega a una reverencia, especialmente los babalawos, así como aquellos que
ofrecen sacrificios propicios a las más temidas y respetadas deidades. En
algunos lugares son aún más poderosos y ejercen más influencia que los mismos
gobernantes.
RELACIÓN DE LAS
DISTINTAS ÓRDENES QUE FORMAN ESTA RELIGIÓN
PRIMERA ORDEN:
SACERDOTE DE IFÁ
Sus miembros o componentes son
conocidos con el nombre de Babalawos, o sea “Padres o Amos de los Secretos”.
Esta orden está dividida a su vez en rangos, como sigue:
Primer Rango
Hay varios grados o posiciones
dentro de este rango. El primero es el de Oluwo o jefe principal, a quienes todos
los miembros restantes deben lealtad y obedencia. Seguidamente viene el
Ajigbena o asistente principal del Oluwo. A continuación el Odofin, delegado o
representante del Oluwo y su segundo en rango; cuando trabaja como su delegado
assume las funciones de jefe asistente. El tercero en esta orden es el Aro, que
assume el cargo de delegado o representante de los dos grados superiores
(Ajigbona y Odofin) en ausencia de éstos. Después le sigue el Asare-Pawo, o sea
el que concerta y organiza las reuniones y prepara el Ile Asugbo o Ile Odi
(lugar de reunion). Tiene un asitente llamado Asawo.
La principal sacerdotisa de
esta orden es Apetebi, Esu o Awayo, y se le considera como la mujer de
Orunmila, aunque en realidad puede ser la mujer del sacerdote principal o alguno
de los otros.
Awaro es el sacerdote que
desempeña labores ejecutivas; tiene precedencia sobre todos los sacerdotes de
esta orden que no han sido específicamente mencionados en esta relación.
Segundo rango
Está compuesto por los
sacerdotes y sacerdotisas de Osahin y Aroni (los dioses de la medicina).
Tercer rango
Consiste en los sacerdotes y
sacerdotisas de Obatalá y Odudúwá.
Insignia del primer orden: Con
excepción del sacerdote de Ifá en Ile Ife, todos los sacerdotes que están en
esta primera orden visten ropas de color blanco. El sacerdote Ifá de Ife viste
ropa de color azul pálido.
Las insignias de oficios o de identificación son: una
especie de banda hecha con fibra de hojas de palma, encabezada en blanco, rojo
y azul, y se utiliza en las muñecas de las manos; un Irukere (rabo de toro o
vaca) y un palo sagrado o báculo. Este palo puede ser de distintas formas,
tales como:
a) una varilla plana de
Madera
b) una varilla con uno de
sus extremos redondos
c) una varilla (de madera o hierro), o un palo en forma Ukere
d) un palo en forma de Ada o gancho
SEGUNDA ORDEN
Está dividida como sigue:
1) Sacerdotes de changó:
son los Magbas, o sea, un sacerdote principal y sus doce asistentes. Viven
cerca de Kuso, el lugar donde se dice que Changó descendió del cielo. En su
ausencia cada poblado o ciudad tiene sus propios Magbas. Los sacerdotes son
conocidos tambioén como Ori-Changó u Odu-Shu-Changó.
2) Los sacerdotes de
todos los orishas, excepto Orisha Oko.
Insignia de esta orden:
Símbolo en forma de collares de cuentas rojas, blancas y negras en el cuello o
en las muñecas de las manos. Los de Ogún usan un brazalete de hierro en el
brazo izquierdo; los de Oshun usan collares de color ámbar y también en los
tobillos y muñecas. Rojo y blanco son los colores que distinguen al jefe de
esta orden.
TERCERA ORDEN
1) Sacerdotes y
sacerdotisas de Orisha Oko, dios de la Agricultura. Las sacerdotisas de esta
orden reciben el mismo o quizás un mayor respeto que los sacerdotes, y se
consideran “novias de Orisha Oko”. Esta es una gran sociedad secreta.
2) El sacerdote de los
Orishas restantes, así como los espíritus de los antepasados.
Insignias: La sacerdotisa jefe lleva un cuadrado de forma vertical de 1” de
largo X 1/8 de ancho, mitad blanco y mitad rojo, colocado en la frente;
generalmente usa ropa blanca. Los sacerdotes y sacerdotisas llevan un cuadrado
blanco en la frente.
El orden de precedencia entre
los sacerdotes y sacerdotisas está determinado por la importancia de los
trabajos o labores que realizan los mismos.
Las funciones de los babalawos
son las más importantes desde los puntos de vista religioso y social. Según
algunos autores, la importancia de los babalawos estriba en que a través de
ello, como sacerdote de Ifá, el Dios de la Adivinación, el hombre conoce lo que
es necesario hacer para cumplimentar a otros dioses y obtener sus favores.
Por lo tanto, y hasta cierto
punto, controlan y dirigen lo referente a la adoración de los dioses, y en
épocas de desastres, guerra o enfermedades, es de su incumbencia decir lo que
debe hacerse para que los dioses sean favorables.
ADIESTRAMIENTO Y FUNCIONES DE LOS BABALAWOS
En yoruba significa "padre del saber o de la
adivinación" (de baba, padre, y awo, adivinación).
Constituyen la mas alta
jerarquía dentro de la Ocha, pues son los depositarios del conocimiento
encerrado en el Libro Sagrado de Ifá, el mas complejo oráculo* de que se tenga
conocimiento.
El babalawo, según la
ortodoxia cultual, es el encargado de entregar los orichas* guerreros, primer
paso en la consagración dentro de la santería.
Este sacerdocio impone
determinada conducta social y personal, pero lo que mas lo distingue es el
estudio constante de la naturaleza y el Universo, pero sobre todo del Libro
Sagrado o Tratado de Oddun, una extensa obra en la que predominan el simbolismo
y un intrincado lenguaje esotérico, lo que a menudo vuelve difícil e intrincada
su interpretación. De ahí la obligación del Oluo (sabio, como también se le
llama al babalawo) de estudiar a Ifá.
Al Awo acuden los creyentes
para resolver todo tipo de problemas (personales, de salud, espirituales,
económicos, matrimoniales) pues en Ifa están reflejadas todas las situaciones
de la vida y su solución. Una teoría de los adeptos afirma: "ya todo
sucedió en el mundo una vez, y fue recogido en el Libro Sagrado. Ahora solo
falta la materia o la acción que llene de nuevo, por un instante, el espacio
que habitamos".
Al sacerdocio de Ifá se puede
llegar después de hacer Ocha o directamente, si asi lo dispone el oráculo, y la
consagración dura siete días también, aunque con características bien
diferentes en los rituales.
Para poder ser admitidos a esa
orden superior, el aspirante debe seguir un curso de adiestramiento. En el caso
de un babalawo, este proceso es largo y costoso. No se ha conocido a ninguno que
haya podido seguir un curso tan extenso y tedioso que le permita realizar la
labor de recitar, de memoria, la 4,096 historias de Ifá.
Otros aspirantes o novicios
pasan por un adiestramiento más corto en su duración. En el caso de aspirantes
a sacerdotes de Aarón y Oshasin, esto se considera indispensable.
Entre los Egun, en Badagry,
vecindad cercana a los yorubas, el sacerdocio está bien organizado y el período
de entrenamiento se hace algunos años, era de aproximadamente siete años. Los
jóvenes toman un curso de paganismo, que en la actualidad se termina en un
período de tres a cinco años. Este adiestramiento se realiza tan amplia y
profundamente que más de un siglo de influencia cristiana y de infiltración
mahometana ha sido casi imperceptible, mientras que los templos paganos superan
en mucho los otros edificios de cualquier lugar o poblado, ejerciendo los
sacerdotes su influencia sobre las otras religiones mediante propaganda en sus
templos, hogares, lugares públicos y hasta en las mismas calles.
Las funciones que se
consideran necesarias aprender para un entrenamiento o estudio adecuado son:
1) Los sacerdotes actúan como
intermediarios entre los dioses y los hombres, ofreciéndoles rezos y
sacrificios.
2) Actúan como adivinadores,
perteneciendo esta labor, muy particularmente, a los sacerdotes de Ifá. Deben
dominar los instrumentos de adivinación.
3) Conducen y dirigen
enjuiciamientos con el fin de crear un mayor sentido de moralidad; también
preparan y venden encantamientos, amuletos y otros artículos relacionados con
sus trabajos.
Para poder ejercer estos
trabajos tan importantes como delicados, en una forma satisfactoria, se
considera a los sacerdotes como sacrosantos y sus personas son inviolables.
Cualquier insulto o violación en su contra se castiga severamente.
El oficio de sacerdote o
sacerdotisa de Ifá es hereditario, y se considera como un honor en cualquier
familia. En el caso particular de Orisha Oko, es enteramente obligatorio, y el
palo o estaca de hierro, emblema simbólico del dios, debe permanecer siempre en
la familia, sin que ésta pueda deshacerse de él.
No obstante lo anterior, la
práctica del sacerdoticio en forma pública no interfiere para nada con la
práctica familiar del mismo. Usualmente, en cada familia, siempre hay un
miembro que debe hacerse cargo de esta labor, y casi siempre es elegido el de
mayor edad
CONCEPTO YORUBA DEL HOMBRE
La
religión domina la vida entera de los yorubas; por lo tanto, su concepto del
hombre es esencialmente religioso. Al hombre se le considera desde el punto de
vista de sus relaciones con los dioses, su vida, durante todo el tiempo que se
prolongue su existencia, y el destino de su vida futura, están presentes
siempre en su concepto religioso.
Al igual que otras razas, los
yorubas creen que la naturaleza humana es en parte material y en parte
inmaterial o espiritual. Estiman que el hombre posee un cuerpo material
mediante el cual actúa y reacciona en su desenvolvimiento físico, y también
consideran que tiene una existencia inmaterial o desmaterializada.Varios
escritores y estudiosos del tema han explicado como surgió en la mente humana
este concepto de existencia desmaterializada. Por ejemplo, H. Spencer, en sus
“Principios de Sociología” ha tratado ampliamente sobre el origen de los
sueños.Según él, el hombre primitivo sueña que está realizando algún trabajo o
actividad con algunos de sus amigos, y se despierta antes de que en su sueño
haya terminado de hacer su labor.
El “siente” que no ha
abandonado a sus amigos, o inconscientemente estima que hay dentro de él que
pueda ir y venir con entera libertad; esto es la existencia de “una segunda
persona” dentro de sí mismo. Este punto de vista se fortalece aún más cuando ve
que en sus sueños se encuentra y reconoce personas que ya han muerto o que
viven en lugares distantes.
Tal creencia está destinada a
desarrollarse más ampliamente según va pasando el tiempo. Uno de los factores
que más influye en su desarrollo es el nacimiento de niños que muestran “un
gran parecido con sus padres”, hasta tal punto que sugieren ser reencarnaciones
de sus padres u otros familiares cercanos o antepasados, lo cual lleva al
hombre a reafirmar su creencia en una “segunda personalidad”, parte de la cual
puede reencarnarse en un recién nacido, mientras que el resto continúa existiendo
en el individuo.
En el caso de África, existe
esta creencia sobre la doble personalidad. Algunas de las tribus basan su
creencia en que el hombre posee varios espíritus o almas; una o dos de ellas
pertenecen a su “segunda personalidad”.
Partes componentes de la
naturaleza humana
Según los yorubas, las partes
que componen la naturaleza humana son las siguientes:
1) Ara: cuerpo
físico
2) Ojiji: la sombra
3) Iye: cuerpo
mental o mente
4) Oka(n): corazón o
alma-corazón
5) Emi(n): espíritu,
cuerpo o alma espiritual
1) Ara o “cuerpo físico”,
es el medio a través del cual el hombre actúa o reacciona en un ambiente físico
o material. Durante la vida del hombre puede ser alimentado y cuidadop. El Ara
muere junto con el individuo. Els o que el hombre tiene en común con el mundo
físico o material, aún cuando tiene su peculiar forma humana.
2) Ojiji o “sombra”, es
lo que acompaña al hombre constantemente durante toda su vida. Es la
representación visual (o sea, que puede verse) de su interior u “oka(n)”.
Cuando este interior u “oka” muere, esta representación visual o “sombra” deja
de existir, y muere con el cuerpo.
3) Iye o “mente o cuerpo
corporal”, es la parte consciente o racional del hombre que depende de su
cerebro. En cuanto su cerebro o su corteza deja de funcionar, el Iye también
muere. Cuando esto sucede durante la vida del hombre, los yorubas dicen:
“Ori re fo” o “su cabeza está rota”; o “Iye re ra” que significa “su mente ha
desaparecido”. Esta palabra ra se usa para expresar desaparición en el sentido de
que Ra, el Dios del Sol, desparece después que el sol se pone.
4) Oka(n) o “corazón o
alma-corazón”, es una parte desmaterializada del hombre. Esta palabra tiene dos
sentidos o significados: primero se refiere al corazón material, después al
“alma”, “alma-corazón”, la base de la inteligencia, el pensamiento y la acción.
Si consideramos la palabra en este último significado, vemos que se trata de la
parte desmaterializada e inmortal del hombre. Se cree que es el espíritu del
hombre. También se cree que el Okan ya existe antes de que el hombre nazca.
Puede ser el Okan de un antepasado o de otra persona ya muerta. Puede ser el
Okan de un abiku, o sea, “uno que nace para morir”, y por tanto, el niño que
posea este Okan morirá joven. Esta palabra se usa en un sentido muy amplio. Se
considera que incluye la parte de la persona conocida como Iye o “mente”; y
también la que se conoce como inu, “interior o parte interna”. Se considera que
tiene una forma con todas las características del cuerpo. Es la parte
sustancial del hombre, que utiliza al cuerpo como medio de comunicación con el
mundo exterior. No obstante esto, puede salirse del cuerpo sin perder su
contacto con él. Esto sucede en el caso de los sueños, pero no se disocia o
separa del cuerpo, por lo que puede reencarnarse. Además, por ninguna razón es
ajeno al destino del cuerpo. Sobre esta parte del cuerpo, a pesar de todo lo
que se ha estudiado e investigado, no se ha podido saber si un mismo Okan puede
pertenecer a dos personas. Los yorubas creen que el Okan puede abandonar el
cuerpo y ser incapaz de volver a introducirse en el mismo. Esto puede
ilustrarse con dos ejemplos. Un brujo puede apoderarse de sus víctimas por
medio de su Okan y convertirlo en un pájaro. Si el pájaro es capturado, la
brujería nunca despierta; si se mata al pájaro, la brujería muere también. El
otro ejemplo es el de una persona que se vuelve loca o idiota, incapaz de
sentir interés por nada, o de tomar cualquier decisión. De una persona en este
estado, los yorubas dicen: “Okan re ti lo”, o sea, “su Okan se ha ido”.
5) Emi(n), es otra parte
importante del ser humano. Es el espíritu, y se le considera como la base de la
vida. Es la parte del hombre que está más relacionada con los dioses. Olorun,
el dios supremo, es conocido como Elemi o “amo o dueño de los espíritus”.
También se le considera la parte más poderosa del ser humano, y puede servirse
del Okan y del Ara. Como Okan, Emi es inmortal; abandona el cuerpo después que
este muere. Su destino estará determinado por lo que ha hecho durante la vida
del ser humano en cuya carme vivía. Puede hacer uso del Ara y mostrarle la
forma correcta de hacer las cosas, así como causarle grandes dolores y
sufrimientos si esta no dirige bien el cuerpo o sea, un mal uso de sus
facultades. En esta creencia se nota algo de la idea que tenemos sobre
“conciencia”. No hay palabra alguna en la lengua yoruba que signifique
“conciencia”, se utiliza la palabra Okan, por ejemplo: “okan re gun u”
significa “su conciencia lo está maltratando o haciéndolo sufrir”. La palabra
eri okan o “testigo de okan” se está utilizando actualmente como “conciencia”
para poder resolver este problema de vocabulario, pero esta expresión sólo es
utilizada por yorubas de cierto nivel educacional, ya que la mayoría de los
nativos no entienden este concepto. Por otra parte, parece ser que la palabra
Iku, fue anteriormente usada en el sentido de “Espíritu”. Actualmente son muy
raras las veces que se usa con este significado. Por ejemplo: Iku-mi
significa “mi espíritu”, “algo que es parte de mi, “algo con lo que me es fácil
tratar”.
CEREMONIA DE INICIACIÓN
La ceremonia de iniciación o de hacerse el santo, entre
otras denominaciones, dura siete días y consta de tres pasos: el asentamiento
del santo en la cabeza; el Día del Medio y la lectura de su Itá al recién
iniciado en la religión Yoruba. En la primera y la última sólo pueden
participar creyentes y en la del Día del Medio, que es una fiesta en honor al
iniciado, si pueden asistir sus acompañantes y otro invitados.
“Asentar el santo es la
ceremonia en la que se le coloca en la cabeza al iniciado (iyawó), “su santo de
cabecera” o “ángel de la guarda” del cual es “hijo”, con el objetivo de
armonizar las vibraciones de su ser interno. Pero no se trata de santos
católicos, sino yoruba, santos que del África vinieron.
“Los motivos para iniciarse en
las religiones de origen africano pueden variar, pero todos son humanos: miedo
a la muerte, a las enfermedades; inseguridad; soledad; deseo de felicidad, de
paz, de éxito en el amor. Son sentimientos y temores que todos los seres
humanos experimentan, independientemente de las creencias religiosas.
“(…)“Entramos en una humilde
casa en la barriada habanera de Pogolotti donde van a“asentar el santo” a dos iyawó. En la sala, los
muebles han sido apilados con cuidado en un rincón y sustituidos por rústicos
bancos de madera. Dos personas están sentadas en sillas, de frente hacia la
puerta. Nos asombra que no saluden, ni hablen con nadie. Al preguntar, nos
responde una morena entrada en años, vestida con una blusa de hilo blanco
almidonada y rematada con puntas de encaje, una saya hecha de retazos de siete
colores y un delantal, tan pulcro como la blusa. Lleva al cuello los collares
de Eleguá, Obatalá, Ogún, Oshún, Shangó y Yemayá; su cabeza está envuelta por
un pañuelo blanco y en sus brazos tintinean cinco pulseras de bronce y siete de
plata.
“- Iyawó no puede hablar con
nadie, debe rezar sus Ave Marías y sus Padre Nuestros- nos dice, refiriéndose a
los dos creyentes a los que se les “asentará el santo”. El iyawó debe ser
protegido y respetado, para no tener que escuchar preguntas tontas de aquellos
que no comprenden la trascendencia y el significado que para los creyentes
tiene la iniciación en la religión. La casa entera es un constante ir y venir
de personas de todas las edades y razas, pero en ellos se observa un común
denominador: a pesar de las diferentes vestimentas, todas tienen la cabeza
cubierta, ya sea con pañuelos las mujeres o con gorros los hombres –porque la
cabeza, orí o erí, en yoruba, es órgano de preferente cuidado para el africano
y para los que tienen sus credos religiosos y místicos, porque en ella reside
el eledá o ser místico. Todos llevan al cuello los collares emblemáticos de sus
queridos dioses, los orisha.
“Hay mucho amor y alegría en
su trajinar. Mucho han cuidado de “preparar las cuatro esquinas”, es decir, de
hacer una serie de ofrendas en ese lugar de la calle para que Eleguá, dios del
destino y de los caminos, de todo lo cambiante, limpie el camino y no se
produzcan situaciones desagradables o inconvenientes durante la ceremonia.
También han procurado que no falten las flores ese día en el altar familiar,
donde nos observan, desde lo alto del mismo, diferentes santos del panteón
católico: Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Nuestra Señora de las
Mercedes, La santísima Virgen de Regla, Santa Bárbara Bendita y San Lázaro.
“Cerca del altar y en un
rincón, hay una pequeña mesa cubierta por un mantel blanco, con un fino
bordado, y sobre ésta nueve vasos llenos de agua, muy limpios, una gran copa
con un rosario y un crucifijo y un paquete de barajas españolas. Frente a ella
y en el suelo, un jarrón con flores nos recuerda la misa de acción de gracias a
los muertos –guías y protectores de los futuros iyawó- celebrada antes, con el
fin de “coronarlos” de manera espiritual y darles cuenta del paso que darán
esas personas a las que han protegido desde el mismo día en que vinieron al
mundo.
“- No se puede hacer nada en
el santo, sin antes contar con el muerto –nos dice con amabilidad la santera que
nos recibió.
“En el comedor, varias
personas escogen y limpian los granos de arroz y frijoles que se cocinarán para
el almuerzo, al tiempo que otras preparan los tamales de maíz (ekó), y los de
pasta de frijol de carita (olelé y ekrú aró), que se ofrendarán como golosinas
a los orisha. Desde la cocina nos llega el inconfundible aroma del café
criollo, indispensable en la mañana.
“-¿Ya desayunaron? – nos
preguntan; no es un desayuno de “lujo”, pero de lo poco que hay se le brinda a
todo el mundo.
“Y así es: en este ritual
afrocubano se hace patente, una vez más, el carácter hospitalario y el espíritu
de camaradería que identifican al cubano en cualquier lugar.
“En el patio está el “padrino
del santo” quien, junto al oriaté o sacerdote, revisa con cuidado los mazos de
hierba que compondrán el omiero o líquido lustral y que se encuentran en una
gran canasta, tapados con un paño limpio y húmedo para que conserven su
frescor.
“El oriaté es un personaje muy
importante que dirige las ceremonias de “asiento” del santo. Asimismo, realiza
el itá, ceremonia adivinadora en la cual hablarán los “caracoles” de cada uno
de los orisha recibidos por los iniciados, sobre el pasado, el presente y el
futuro de ellos.
“(…)“En el cuarto donde se
realizará la ceremonia de iniciación, la oyubona –“los ojos que guían”- , vela
porque todos los instrumentos, recipientes e ingredientes estén completos, para
que nada falte al oriaté y la ceremonia se realice sin tropiezos. Al fondo del
patio, vemos a los animales de “plumas” y de “cuatro patas” que serán
sacrificados para “dar de comer a los santos” u orisha.
“Cuando todo está listo, el
padrino llama a todos los iyalosha y babalosha que han sido “levantados”
(citados) para ese acontecimiento y, todos juntos se dirigen hacia el vertedero
donde se realizará el ritual de “darle coco al muerto”. Con unos golpes en el
suelo con el págugu de egún, el oriaté invoca primero a todos los fallecidos
–familiares, santeros y guías protectores- del padrino y de la oyubona; después
a todos los del iyawó. Hay solemnidad y emoción en su voz, no sólo por la
trascendencia del acto que va a realizar y la responsabilidad que va a asumir,
sino porque muchos de esos nombres evocados pertenecen a religiosos de afamado
prestigio cuyo recuerdo permanece aún vivo en la memoria y el corazón de sus
hijos.
“Finalizada esta ceremonia,
los santeros pasan al “cuarto de santo”, cuya entrada está cubierta por una
sábana blanca colocada a manera de cortina. Sobre ella, se aprecia un dosel de
mariwó y en el dintel de la puerta, un hermoso racimo de plátanos fruta. Como
no podemos participar de la ceremonia, nos retiramos hacia la sala y desde allí
escuchamos la voz grave del oriaté quien, gracias a una memoria privilegiada,
entona los rezos en honor a los orisha mientras se desarrolla la ceremonia.
“Nos acompañan hasta la
puerta, haciéndonos los honores de la casa:
“ELEGUÁ, con su atuendo rojo y
negro, garabato en mano, sobre su cabeza un sombrero de yarey adornado con cauris
(caracol Cyprea moneta) y el Santo Niño de Atocha;
“OGÚN, vestido de negro y verde,
sayal de mariwó, su machete en la mano, sombrero de yarey en la cabeza y San
Pedro;
“OSHOSI, con traje azul y
amarillo oro, cartera de piel de leopardo, gorro del mismo material, arco en la
mano, carcaj en la espalda y san Norberto;
“OBATALÁ, vestido todo de
blanco, en una mano su iruke blanco, en la otra el alfanje de plata y Nuestra
Señora de las Mercedes;
“YEMAYÁ, toda de azul, sobre los
hombros su fino manto de burato y pedrerías, la diadema de reina ciñendo su
cabeza, en la mano su abanico de nácar y plata, y la Santísima Virgen de regla,
patrona de marineros y pescadores;
“OSHÚN, de traje amarillo
brillante; en sus brazos sus manillas de oro; su abanico de plumas de pavo real
en una mano, en la otra la jícara de oñí, y Nuestra Señora de la Caridad del
Cobre, patrona de Cuba;
“OBA, vestida de rosado, los
cabellos recogidos por un turbante del mismo color que le oculta su oreja
–mutilada por amor a su esposo Shangó- y Santa Rita de Casia;
“OYÁ, la compañera de Shangó en las
batallas, soberbia en su traje rojo oscuro, nueve pañuelos de distintos colores
a la cintura, su iruke negro en una mano, y Santa Teresa de Jesús;
“AGAYÚ SOLA, el orisha
gigante, trajeado de rojo oscuro con pañuelos de todos los colores atados a la
cintura, y San Cristóbal, patrón de la Ciudad de la Habana;
“SHANGÓ, pantalón y chaquetillas
rojos ribeteados en blanco, la espada al cinto, su poderoso brazo blandiendo un
hacha bipene, y Santa Bárbara Bendita;
“LOS IBEYI o jimaguas
divinos hijos de Shangó, y San Cosme y San Damián;
“BABALÚ-AYÉ, con ropajes de
tela de saco de yute ribeteados en morado y adornados con cauris, y San Lázaro,
ayudándose al andar con sus dos muletas y acompañado por sus fieles perros;
“ORULA, el orisha de la
adivinación, cierra la comitiva, vestido de amarillo y verde, en sus manos el
ékuele y el tablero de adivinación, y San Francisco de Asís.
“Prometemos regresar el “día
del medio” para ver a los iyawó en sus trajes de gala –con las características
y colores del orisha que le asentarán a cada uno- y para saborear los
deliciosos platos que se prepararán y brindarán ese día a todo aquel que
llegue.
“Ya en la puerta de la calle,
advertimos que detrás de ella se encuentra colgada una hoja de “guano bendito”
y, clavadas, una imagen de la Virgen de Loreto y otra de Santa Clara. Sobre
ellas, el dibujo de un gran ojo cuyo lagrimal está atravesado por un puñal y
sobre el cual reza la siguiente inscripción: “Te estoy cazando”.
“Este colorido y alucinante
mundo; esta seriedad para interpretar y llevar a cabo los ritos de una religión
popular sin engaños ni adulteraciones; esta alegría unida al sentido de la
responsabilidad; este amor tan grande por sus orisha y por los santos de otras
religiones; esta fidelidad a tradiciones que tienen siglos, explican el auge
del interés por los cultos de origen africano que se palpa; interés que se
aprecia no sólo en el caso de iniciados y creyentes, sino también en el de
estudiosos, observadores, artistas e, incluso, no creyentes”.
Sobre “el Día del Medio” y el
“Itá” las autoras explican:
“Pero ashé también se recibió
el “día del medio” en la casa donde se produjo la iniciación de un iyawó. Se
llama de esta manera a este día de fiesta general porque se encuentra en el
medio, entre el día de la iniciación y el día del itá, ceremonia en la que
hablan todos los orisha que el iyawó recibió el día en que asentó osha.
“En el itá se le explican las
líneas de conducta que deberá seguir en su nueva vida, las prohibiciones que
tendrá que respetar para no tener problemas y los orisha que deberá recibir en
el futuro. Ese día se le escogerá su nombre de religión, por el que lo llamarán
sus “familiares” de santo.
“La imposición del nombre que
designa a la nueva persona que “nace” con la iniciación religiosa es algo
sagrado para el creyente. El nombre resume a la persona, la refleja, forma
parte de su “yo” y depende de los odún o letras sagradas que salieron en su
itá. El nombre refleja la conducta religiosa del omó osha y los manes que lo
protegen: tiene ashé.
““El día del medio” es un día
de fiesta en que se ofrece un gran almuerzo a todos los que asistan a saludar y
rendirle moforibale a todos los iyawó. Mientras en la casa flota el aroma de
las carnes de los animales sacrificados el día anterior (pollo, gallina, gallo,
pato, paloma, gallina de Guinea, chiva, chivo y carnero) que reposan muy bien
cocinados en grandes ollas, los iyawó, sentados sobre una estera bajo el trono,
comen de todas las carnes, ya que no se sabe qué plato le prohibirán de por
vida el día del itá. Finalizado el almuerzo, la oyubona los viste con los
trajes de gala, realizados en raso, encaje seda, según los colores del orisha
tutelar del iniciado y sienta a cada uno de ellos en su pilón para presentarlos
a los asistentes.
“Hay un plato de comida para
todo aquel que llegue, todos están invitados a comer. Esta costumbre se
corresponde con la hospitalidad africana, de acuerdo con la cual, el dueño de
la casa brinda a sus visitantes lo mejor que tiene. Con cariño, los santeros
miembros de la casa atienden a los invitados y procuran que se sientan “como en
familia”.