domingo, 24 de enero de 2016

LA SANTERIA O REGLA OCHA



Cuando se emplea el término santería, no se hace referencia al culto a los santos de la Iglesia Católica, sino a las creencias de que eran portadores los diferentes grupos étnicos de la cultura africana yoruba...
La Santeria o La Regla Lucumí se origina en el Oeste de Africa, en la región conocida actualmente como Nigeria y Benin. Es la religión tradicional del pueblo Yoruba. La trata de esclavos trajo muchos de estos Yorubas a las costas de Cuba...
La religión afrocubana (popular) cuyas raíces se originan en la ardiente Africa Occidental. Se adora a la creación, El cielo, y la loma es Obatalá, el mar (Yemayá), los ríos (Ochún), el monte y todos sus componentes, alimañas, palos, piedras, etc., (Ozain)

ORDENES DE LA RELIGIÓN YORUBA
 considera que no hay muchos seres humanos que puedan desempeñar labores de ese tipo, y aquellos que lo logran son considerados como “ministros o dispensadores del poder divino”. Se le conceden títulos que los colocan en altos niveles o esferas de la sociedad. Los principales jefes o sacerdotes disfrutan de un gran respeto que casi llega a una reverencia, especialmente los babalawos, así como aquellos que ofrecen sacrificios propicios a las más temidas y respetadas deidades. En algunos lugares son aún más poderosos y ejercen más influencia que los mismos gobernantes.


RELACIÓN DE LAS DISTINTAS ÓRDENES QUE FORMAN ESTA RELIGIÓN
PRIMERA ORDEN: SACERDOTE DE IFÁ
Sus miembros o componentes son conocidos con el nombre de Babalawos, o sea “Padres o Amos de los Secretos”. Esta orden está dividida a su vez en rangos, como sigue:

Primer Rango
Hay varios grados o posiciones dentro de este rango. El primero es el de Oluwo o jefe principal, a quienes todos los miembros restantes deben lealtad y obedencia. Seguidamente viene el Ajigbena o asistente principal del Oluwo. A continuación el Odofin, delegado o representante del Oluwo y su segundo en rango; cuando trabaja como su delegado assume las funciones de jefe asistente. El tercero en esta orden es el Aro, que assume el cargo de delegado o representante de los dos grados superiores (Ajigbona y Odofin) en ausencia de éstos. Después le sigue el Asare-Pawo, o sea el que concerta y organiza las reuniones y prepara el Ile Asugbo o Ile Odi (lugar de reunion). Tiene un asitente llamado Asawo.
La principal sacerdotisa de esta orden es Apetebi, Esu o Awayo, y se le considera como la mujer de Orunmila, aunque en realidad puede ser la mujer del sacerdote principal o alguno de los otros.
Awaro es el sacerdote que desempeña labores ejecutivas; tiene precedencia sobre todos los sacerdotes de esta orden que no han sido específicamente mencionados en esta relación.
Segundo rango
Está compuesto por los sacerdotes y sacerdotisas de Osahin y Aroni (los dioses de la medicina).
Tercer rango
Consiste en los sacerdotes y sacerdotisas de Obatalá y Odudúwá.
Insignia del primer orden: Con excepción del sacerdote de Ifá en Ile Ife, todos los sacerdotes que están en esta primera orden visten ropas de color blanco. El sacerdote Ifá de Ife viste ropa de color azul pálido.
Las insignias de oficios o de identificación son: una especie de banda hecha con fibra de hojas de palma, encabezada en blanco, rojo y azul, y se utiliza en las muñecas de las manos; un Irukere (rabo de toro o vaca) y un palo sagrado o báculo. Este palo puede ser de distintas formas, tales como:
a) una varilla plana de Madera
b) una varilla con uno de sus extremos redondos
c) una varilla (de madera o hierro), o un palo en forma Ukere
d) un palo en forma de Ada o gancho

SEGUNDA ORDEN
Está dividida como sigue:
1) Sacerdotes de changó: son los Magbas, o sea, un sacerdote principal y sus doce asistentes. Viven cerca de Kuso, el lugar donde se dice que Changó descendió del cielo. En su ausencia cada poblado o ciudad tiene sus propios Magbas. Los sacerdotes son conocidos tambioén como Ori-Changó u Odu-Shu-Changó.
2) Los sacerdotes de todos los orishas, excepto Orisha Oko.
Insignia de esta orden: Símbolo en forma de collares de cuentas rojas, blancas y negras en el cuello o en las muñecas de las manos. Los de Ogún usan un brazalete de hierro en el brazo izquierdo; los de Oshun usan collares de color ámbar y también en los tobillos y muñecas. Rojo y blanco son los colores que distinguen al jefe de esta orden.

TERCERA ORDEN
1) Sacerdotes y sacerdotisas de Orisha Oko, dios de la Agricultura. Las sacerdotisas de esta orden reciben el mismo o quizás un mayor respeto que los sacerdotes, y se consideran “novias de Orisha Oko”. Esta es una gran sociedad secreta.
2) El sacerdote de los Orishas restantes, así como los espíritus de los antepasados.
Insignias: La sacerdotisa jefe lleva un cuadrado de forma vertical de 1” de largo X 1/8 de ancho, mitad blanco y mitad rojo, colocado en la frente; generalmente usa ropa blanca. Los sacerdotes y sacerdotisas llevan un cuadrado blanco en la frente.
El orden de precedencia entre los sacerdotes y sacerdotisas está determinado por la importancia de los trabajos o labores que realizan los mismos.
Las funciones de los babalawos son las más importantes desde los puntos de vista religioso y social. Según algunos autores, la importancia de los babalawos estriba en que a través de ello, como sacerdote de Ifá, el Dios de la Adivinación, el hombre conoce lo que es necesario hacer para cumplimentar a otros dioses y obtener sus favores.
Por lo tanto, y hasta cierto punto, controlan y dirigen lo referente a la adoración de los dioses, y en épocas de desastres, guerra o enfermedades, es de su incumbencia decir lo que debe hacerse para que los dioses sean favorables.

ADIESTRAMIENTO Y FUNCIONES DE LOS BABALAWOS
En yoruba significa "padre del saber o de la adivinación" (de baba, padre, y awo, adivinación).
Constituyen la mas alta jerarquía dentro de la Ocha, pues son los depositarios del conocimiento encerrado en el Libro Sagrado de Ifá, el mas complejo oráculo* de que se tenga conocimiento.
El babalawo, según la ortodoxia cultual, es el encargado de entregar los orichas* guerreros, primer paso en la consagración dentro de la santería.
Este sacerdocio impone determinada conducta social y personal, pero lo que mas lo distingue es el estudio constante de la naturaleza y el Universo, pero sobre todo del Libro Sagrado o Tratado de Oddun, una extensa obra en la que predominan el simbolismo y un intrincado lenguaje esotérico, lo que a menudo vuelve difícil e intrincada su interpretación. De ahí la obligación del Oluo (sabio, como también se le llama al babalawo) de estudiar a Ifá.
Al Awo acuden los creyentes para resolver todo tipo de problemas (personales, de salud, espirituales, económicos, matrimoniales) pues en Ifa están reflejadas todas las situaciones de la vida y su solución. Una teoría de los adeptos afirma: "ya todo sucedió en el mundo una vez, y fue recogido en el Libro Sagrado. Ahora solo falta la materia o la acción que llene de nuevo, por un instante, el espacio que habitamos".
Al sacerdocio de Ifá se puede llegar después de hacer Ocha o directamente, si asi lo dispone el oráculo, y la consagración dura siete días también, aunque con características bien diferentes en los rituales.
Para poder ser admitidos a esa orden superior, el aspirante debe seguir un curso de adiestramiento. En el caso de un babalawo, este proceso es largo y costoso. No se ha conocido a ninguno que haya podido seguir un curso tan extenso y tedioso que le permita realizar la labor de recitar, de memoria, la 4,096 historias de Ifá.
Otros aspirantes o novicios pasan por un adiestramiento más corto en su duración. En el caso de aspirantes a sacerdotes de Aarón y Oshasin, esto se considera indispensable.
Entre los Egun, en Badagry, vecindad cercana a los yorubas, el sacerdocio está bien organizado y el período de entrenamiento se hace algunos años, era de aproximadamente siete años. Los jóvenes toman un curso de paganismo, que en la actualidad se termina en un período de tres a cinco años. Este adiestramiento se realiza tan amplia y profundamente que más de un siglo de influencia cristiana y de infiltración mahometana ha sido casi imperceptible, mientras que los templos paganos superan en mucho los otros edificios de cualquier lugar o poblado, ejerciendo los sacerdotes su influencia sobre las otras religiones mediante propaganda en sus templos, hogares, lugares públicos y hasta en las mismas calles.
Las funciones que se consideran necesarias aprender para un entrenamiento o estudio adecuado son:
1) Los sacerdotes actúan como intermediarios entre los dioses y los hombres, ofreciéndoles rezos y sacrificios.
2) Actúan como adivinadores, perteneciendo esta labor, muy particularmente, a los sacerdotes de Ifá. Deben dominar los instrumentos de adivinación.
3) Conducen y dirigen enjuiciamientos con el fin de crear un mayor sentido de moralidad; también preparan y venden encantamientos, amuletos y otros artículos relacionados con sus trabajos.
Para poder ejercer estos trabajos tan importantes como delicados, en una forma satisfactoria, se considera a los sacerdotes como sacrosantos y sus personas son inviolables. Cualquier insulto o violación en su contra se castiga severamente.
El oficio de sacerdote o sacerdotisa de Ifá es hereditario, y se considera como un honor en cualquier familia. En el caso particular de Orisha Oko, es enteramente obligatorio, y el palo o estaca de hierro, emblema simbólico del dios, debe permanecer siempre en la familia, sin que ésta pueda deshacerse de él.
No obstante lo anterior, la práctica del sacerdoticio en forma pública no interfiere para nada con la práctica familiar del mismo. Usualmente, en cada familia, siempre hay un miembro que debe hacerse cargo de esta labor, y casi siempre es elegido el de mayor edad

CONCEPTO YORUBA DEL HOMBRE
La religión domina la vida entera de los yorubas; por lo tanto, su concepto del hombre es esencialmente religioso. Al hombre se le considera desde el punto de vista de sus relaciones con los dioses, su vida, durante todo el tiempo que se prolongue su existencia, y el destino de su vida futura, están presentes siempre en su concepto religioso.
Al igual que otras razas, los yorubas creen que la naturaleza humana es en parte material y en parte inmaterial o espiritual. Estiman que el hombre posee un cuerpo material mediante el cual actúa y reacciona en su desenvolvimiento físico, y también consideran que tiene una existencia inmaterial o desmaterializada.Varios escritores y estudiosos del tema han explicado como surgió en la mente humana este concepto de existencia desmaterializada. Por ejemplo, H. Spencer, en sus “Principios de Sociología” ha tratado ampliamente sobre el origen de los sueños.Según él, el hombre primitivo sueña que está realizando algún trabajo o actividad con algunos de sus amigos, y se despierta antes de que en su sueño haya terminado de hacer su labor.
El “siente” que no ha abandonado a sus amigos, o inconscientemente estima que hay dentro de él que pueda ir y venir con entera libertad; esto es la existencia de “una segunda persona” dentro de sí mismo. Este punto de vista se fortalece aún más cuando ve que en sus sueños se encuentra y reconoce personas que ya han muerto o que viven en lugares distantes.
Tal creencia está destinada a desarrollarse más ampliamente según va pasando el tiempo. Uno de los factores que más influye en su desarrollo es el nacimiento de niños que muestran “un gran parecido con sus padres”, hasta tal punto que sugieren ser reencarnaciones de sus padres u otros familiares cercanos o antepasados, lo cual lleva al hombre a reafirmar su creencia en una “segunda personalidad”, parte de la cual puede reencarnarse en un recién nacido, mientras que el resto continúa existiendo en el individuo.
En el caso de África, existe esta creencia sobre la doble personalidad. Algunas de las tribus basan su creencia en que el hombre posee varios espíritus o almas; una o dos de ellas pertenecen a su “segunda personalidad”.
Partes componentes de la naturaleza humana
Según los yorubas, las partes que componen la naturaleza humana son las siguientes:
1) Ara: cuerpo físico
2) Ojiji: la sombra
3) Iye: cuerpo mental o mente
4) Oka(n): corazón o alma-corazón
5) Emi(n): espíritu, cuerpo o alma espiritual
1) Ara o “cuerpo físico”, es el medio a través del cual el hombre actúa o reacciona en un ambiente físico o material. Durante la vida del hombre puede ser alimentado y cuidadop. El Ara muere junto con el individuo. Els o que el hombre tiene en común con el mundo físico o material, aún cuando tiene su peculiar forma humana.
2) Ojiji o “sombra”, es lo que acompaña al hombre constantemente durante toda su vida. Es la representación visual (o sea, que puede verse) de su interior u “oka(n)”. Cuando este interior u “oka” muere, esta representación visual o “sombra” deja de existir, y muere con el cuerpo.
3) Iye o “mente o cuerpo corporal”, es la parte consciente o racional del hombre que depende de su cerebro. En cuanto su cerebro o su corteza deja de funcionar, el Iye también muere. Cuando esto sucede durante la vida del hombre, los yorubas dicen: “Ori re fo” o “su cabeza está rota”; o “Iye re ra” que significa “su mente ha desaparecido”. Esta palabra ra se usa para expresar desaparición en el sentido de que Ra, el Dios del Sol, desparece después que el sol se pone.
4) Oka(n) o “corazón o alma-corazón”, es una parte desmaterializada del hombre. Esta palabra tiene dos sentidos o significados: primero se refiere al corazón material, después al “alma”, “alma-corazón”, la base de la inteligencia, el pensamiento y la acción. Si consideramos la palabra en este último significado, vemos que se trata de la parte desmaterializada e inmortal del hombre. Se cree que es el espíritu del hombre. También se cree que el Okan ya existe antes de que el hombre nazca. Puede ser el Okan de un antepasado o de otra persona ya muerta. Puede ser el Okan de un abiku, o sea, “uno que nace para morir”, y por tanto, el niño que posea este Okan morirá joven. Esta palabra se usa en un sentido muy amplio. Se considera que incluye la parte de la persona conocida como Iye o “mente”; y también la que se conoce como inu, “interior o parte interna”. Se considera que tiene una forma con todas las características del cuerpo. Es la parte sustancial del hombre, que utiliza al cuerpo como medio de comunicación con el mundo exterior. No obstante esto, puede salirse del cuerpo sin perder su contacto con él. Esto sucede en el caso de los sueños, pero no se disocia o separa del cuerpo, por lo que puede reencarnarse. Además, por ninguna razón es ajeno al destino del cuerpo. Sobre esta parte del cuerpo, a pesar de todo lo que se ha estudiado e investigado, no se ha podido saber si un mismo Okan puede pertenecer a dos personas. Los yorubas creen que el Okan puede abandonar el cuerpo y ser incapaz de volver a introducirse en el mismo. Esto puede ilustrarse con dos ejemplos. Un brujo puede apoderarse de sus víctimas por medio de su Okan y convertirlo en un pájaro. Si el pájaro es capturado, la brujería nunca despierta; si se mata al pájaro, la brujería muere también. El otro ejemplo es el de una persona que se vuelve loca o idiota, incapaz de sentir interés por nada, o de tomar cualquier decisión. De una persona en este estado, los yorubas dicen: “Okan re ti lo”, o sea, “su Okan se ha ido”.
5) Emi(n), es otra parte importante del ser humano. Es el espíritu, y se le considera como la base de la vida. Es la parte del hombre que está más relacionada con los dioses. Olorun, el dios supremo, es conocido como Elemi o “amo o dueño de los espíritus”. También se le considera la parte más poderosa del ser humano, y puede servirse del Okan y del Ara. Como Okan, Emi es inmortal; abandona el cuerpo después que este muere. Su destino estará determinado por lo que ha hecho durante la vida del ser humano en cuya carme vivía. Puede hacer uso del Ara y mostrarle la forma correcta de hacer las cosas, así como causarle grandes dolores y sufrimientos si esta no dirige bien el cuerpo o sea, un mal uso de sus facultades. En esta creencia se nota algo de la idea que tenemos sobre “conciencia”. No hay palabra alguna en la lengua yoruba que signifique “conciencia”, se utiliza la palabra Okan, por ejemplo: “okan re gun u” significa “su conciencia lo está maltratando o haciéndolo sufrir”. La palabra eri okan o “testigo de okan” se está utilizando actualmente como “conciencia” para poder resolver este problema de vocabulario, pero esta expresión sólo es utilizada por yorubas de cierto nivel educacional, ya que la mayoría de los nativos no entienden este concepto. Por otra parte, parece ser que la palabra Iku, fue anteriormente usada en el sentido de “Espíritu”. Actualmente son muy raras las veces que se usa con este significado. Por ejemplo: Iku-mi significa “mi espíritu”, “algo que es parte de mi, “algo con lo que me es fácil tratar”.

CEREMONIA DE INICIACIÓN

La ceremonia de iniciación o de hacerse el santo, entre otras denominaciones, dura siete días y consta de tres pasos: el asentamiento del santo en la cabeza; el Día del Medio y la lectura de su Itá al recién iniciado en la religión Yoruba. En la primera y la última sólo pueden participar creyentes y en la del Día del Medio, que es una fiesta en honor al iniciado, si pueden asistir sus acompañantes y otro invitados.
“Asentar el santo es la ceremonia en la que se le coloca en la cabeza al iniciado (iyawó), “su santo de cabecera” o “ángel de la guarda” del cual es “hijo”, con el objetivo de armonizar las vibraciones de su ser interno. Pero no se trata de santos católicos, sino yoruba, santos que del África vinieron. 
“Los motivos para iniciarse en las religiones de origen africano pueden variar, pero todos son humanos: miedo a la muerte, a las enfermedades; inseguridad; soledad; deseo de felicidad, de paz, de éxito en el amor. Son sentimientos y temores que todos los seres humanos experimentan, independientemente de las creencias religiosas.
“(…)“Entramos en una humilde casa en la barriada habanera de Pogolotti donde van a“asentar el santo” a dos iyawó. En la sala, los muebles han sido apilados con cuidado en un rincón y sustituidos por rústicos bancos de madera. Dos personas están sentadas en sillas, de frente hacia la puerta. Nos asombra que no saluden, ni hablen con nadie. Al preguntar, nos responde una morena entrada en años, vestida con una blusa de hilo blanco almidonada y rematada con puntas de encaje, una saya hecha de retazos de siete colores y un delantal, tan pulcro como la blusa. Lleva al cuello los collares de Eleguá, Obatalá, Ogún, Oshún, Shangó y Yemayá; su cabeza está envuelta por un pañuelo blanco y en sus brazos tintinean cinco pulseras de bronce y siete de plata. 
“- Iyawó no puede hablar con nadie, debe rezar sus Ave Marías y sus Padre Nuestros- nos dice, refiriéndose a los dos creyentes a los que se les “asentará el santo”. El iyawó debe ser protegido y respetado, para no tener que escuchar preguntas tontas de aquellos que no comprenden la trascendencia y el significado que para los creyentes tiene la iniciación en la religión. La casa entera es un constante ir y venir de personas de todas las edades y razas, pero en ellos se observa un común denominador: a pesar de las diferentes vestimentas, todas tienen la cabeza cubierta, ya sea con pañuelos las mujeres o con gorros los hombres –porque la cabeza, orí o erí, en yoruba, es órgano de preferente cuidado para el africano y para los que tienen sus credos religiosos y místicos, porque en ella reside el eledá o ser místico. Todos llevan al cuello los collares emblemáticos de sus queridos dioses, los orisha.
“Hay mucho amor y alegría en su trajinar. Mucho han cuidado de “preparar las cuatro esquinas”, es decir, de hacer una serie de ofrendas en ese lugar de la calle para que Eleguá, dios del destino y de los caminos, de todo lo cambiante, limpie el camino y no se produzcan situaciones desagradables o inconvenientes durante la ceremonia. También han procurado que no falten las flores ese día en el altar familiar, donde nos observan, desde lo alto del mismo, diferentes santos del panteón católico: Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Nuestra Señora de las Mercedes, La santísima Virgen de Regla, Santa Bárbara Bendita y San Lázaro.
“Cerca del altar y en un rincón, hay una pequeña mesa cubierta por un mantel blanco, con un fino bordado, y sobre ésta nueve vasos llenos de agua, muy limpios, una gran copa con un rosario y un crucifijo y un paquete de barajas españolas. Frente a ella y en el suelo, un jarrón con flores nos recuerda la misa de acción de gracias a los muertos –guías y protectores de los futuros iyawó- celebrada antes, con el fin de “coronarlos” de manera espiritual y darles cuenta del paso que darán esas personas a las que han protegido desde el mismo día en que vinieron al mundo.
“- No se puede hacer nada en el santo, sin antes contar con el muerto –nos dice con amabilidad la santera que nos recibió. 
“En el comedor, varias personas escogen y limpian los granos de arroz y frijoles que se cocinarán para el almuerzo, al tiempo que otras preparan los tamales de maíz (ekó), y los de pasta de frijol de carita (olelé y ekrú aró), que se ofrendarán como golosinas a los orisha. Desde la cocina nos llega el inconfundible aroma del café criollo, indispensable en la mañana. 
“-¿Ya desayunaron? – nos preguntan; no es un desayuno de “lujo”, pero de lo poco que hay se le brinda a todo el mundo.
“Y así es: en este ritual afrocubano se hace patente, una vez más, el carácter hospitalario y el espíritu de camaradería que identifican al cubano en cualquier lugar. 
“En el patio está el “padrino del santo” quien, junto al oriaté o sacerdote, revisa con cuidado los mazos de hierba que compondrán el omiero o líquido lustral y que se encuentran en una gran canasta, tapados con un paño limpio y húmedo para que conserven su frescor.
“El oriaté es un personaje muy importante que dirige las ceremonias de “asiento” del santo. Asimismo, realiza el itá, ceremonia adivinadora en la cual hablarán los “caracoles” de cada uno de los orisha recibidos por los iniciados, sobre el pasado, el presente y el futuro de ellos.
“(…)“En el cuarto donde se realizará la ceremonia de iniciación, la oyubona –“los ojos que guían”- , vela porque todos los instrumentos, recipientes e ingredientes estén completos, para que nada falte al oriaté y la ceremonia se realice sin tropiezos. Al fondo del patio, vemos a los animales de “plumas” y de “cuatro patas” que serán sacrificados para “dar de comer a los santos” u orisha.
“Cuando todo está listo, el padrino llama a todos los iyalosha y babalosha que han sido “levantados” (citados) para ese acontecimiento y, todos juntos se dirigen hacia el vertedero donde se realizará el ritual de “darle coco al muerto”. Con unos golpes en el suelo con el págugu de egún, el oriaté invoca primero a todos los fallecidos –familiares, santeros y guías protectores- del padrino y de la oyubona; después a todos los del iyawó. Hay solemnidad y emoción en su voz, no sólo por la trascendencia del acto que va a realizar y la responsabilidad que va a asumir, sino porque muchos de esos nombres evocados pertenecen a religiosos de afamado prestigio cuyo recuerdo permanece aún vivo en la memoria y el corazón de sus hijos.
“Finalizada esta ceremonia, los santeros pasan al “cuarto de santo”, cuya entrada está cubierta por una sábana blanca colocada a manera de cortina. Sobre ella, se aprecia un dosel de mariwó y en el dintel de la puerta, un hermoso racimo de plátanos fruta. Como no podemos participar de la ceremonia, nos retiramos hacia la sala y desde allí escuchamos la voz grave del oriaté quien, gracias a una memoria privilegiada, entona los rezos en honor a los orisha mientras se desarrolla la ceremonia.
“Nos acompañan hasta la puerta, haciéndonos los honores de la casa: 
“ELEGUÁ, con su atuendo rojo y negro, garabato en mano, sobre su cabeza un sombrero de yarey adornado con cauris (caracol Cyprea moneta) y el Santo Niño de Atocha;
“OGÚN, vestido de negro y verde, sayal de mariwó, su machete en la mano, sombrero de yarey en la cabeza y San Pedro;
“OSHOSI, con traje azul y amarillo oro, cartera de piel de leopardo, gorro del mismo material, arco en la mano, carcaj en la espalda y san Norberto;
“OBATALÁ, vestido todo de blanco, en una mano su iruke blanco, en la otra el alfanje de plata y Nuestra Señora de las Mercedes; 
“YEMAYÁ, toda de azul, sobre los hombros su fino manto de burato y pedrerías, la diadema de reina ciñendo su cabeza, en la mano su abanico de nácar y plata, y la Santísima Virgen de regla, patrona de marineros y pescadores;
“OSHÚN, de traje amarillo brillante; en sus brazos sus manillas de oro; su abanico de plumas de pavo real en una mano, en la otra la jícara de oñí, y Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba;
“OBA, vestida de rosado, los cabellos recogidos por un turbante del mismo color que le oculta su oreja –mutilada por amor a su esposo Shangó- y Santa Rita de Casia;
“OYÁ, la compañera de Shangó en las batallas, soberbia en su traje rojo oscuro, nueve pañuelos de distintos colores a la cintura, su iruke negro en una mano, y Santa Teresa de Jesús;
“AGAYÚ SOLA, el orisha gigante, trajeado de rojo oscuro con pañuelos de todos los colores atados a la cintura, y San Cristóbal, patrón de la Ciudad de la Habana;
SHANGÓ, pantalón y chaquetillas rojos ribeteados en blanco, la espada al cinto, su poderoso brazo blandiendo un hacha bipene, y Santa Bárbara Bendita;
“LOS IBEYI o jimaguas divinos hijos de Shangó, y San Cosme y San Damián;
“BABALÚ-AYÉ, con ropajes de tela de saco de yute ribeteados en morado y adornados con cauris, y San Lázaro, ayudándose al andar con sus dos muletas y acompañado por sus fieles perros;
ORULA, el orisha de la adivinación, cierra la comitiva, vestido de amarillo y verde, en sus manos el ékuele y el tablero de adivinación, y San Francisco de Asís.
“Prometemos regresar el “día del medio” para ver a los iyawó en sus trajes de gala –con las características y colores del orisha que le asentarán a cada uno- y para saborear los deliciosos platos que se prepararán y brindarán ese día a todo aquel que llegue.
“Ya en la puerta de la calle, advertimos que detrás de ella se encuentra colgada una hoja de “guano bendito” y, clavadas, una imagen de la Virgen de Loreto y otra de Santa Clara. Sobre ellas, el dibujo de un gran ojo cuyo lagrimal está atravesado por un puñal y sobre el cual reza la siguiente inscripción: “Te estoy cazando”.
“Este colorido y alucinante mundo; esta seriedad para interpretar y llevar a cabo los ritos de una religión popular sin engaños ni adulteraciones; esta alegría unida al sentido de la responsabilidad; este amor tan grande por sus orisha y por los santos de otras religiones; esta fidelidad a tradiciones que tienen siglos, explican el auge del interés por los cultos de origen africano que se palpa; interés que se aprecia no sólo en el caso de iniciados y creyentes, sino también en el de estudiosos, observadores, artistas e, incluso, no creyentes”.
Sobre “el Día del Medio” y el “Itá” las autoras explican:

“Pero ashé también se recibió el “día del medio” en la casa donde se produjo la iniciación de un iyawó. Se llama de esta manera a este día de fiesta general porque se encuentra en el medio, entre el día de la iniciación y el día del itá, ceremonia en la que hablan todos los orisha que el iyawó recibió el día en que asentó osha.
“En el itá se le explican las líneas de conducta que deberá seguir en su nueva vida, las prohibiciones que tendrá que respetar para no tener problemas y los orisha que deberá recibir en el futuro. Ese día se le escogerá su nombre de religión, por el que lo llamarán sus “familiares” de santo.
“La imposición del nombre que designa a la nueva persona que “nace” con la iniciación religiosa es algo sagrado para el creyente. El nombre resume a la persona, la refleja, forma parte de su “yo” y depende de los odún o letras sagradas que salieron en su itá. El nombre refleja la conducta religiosa del omó osha y los manes que lo protegen: tiene ashé.
““El día del medio” es un día de fiesta en que se ofrece un gran almuerzo a todos los que asistan a saludar y rendirle moforibale a todos los iyawó. Mientras en la casa flota el aroma de las carnes de los animales sacrificados el día anterior (pollo, gallina, gallo, pato, paloma, gallina de Guinea, chiva, chivo y carnero) que reposan muy bien cocinados en grandes ollas, los iyawó, sentados sobre una estera bajo el trono, comen de todas las carnes, ya que no se sabe qué plato le prohibirán de por vida el día del itá. Finalizado el almuerzo, la oyubona los viste con los trajes de gala, realizados en raso, encaje seda, según los colores del orisha tutelar del iniciado y sienta a cada uno de ellos en su pilón para presentarlos a los asistentes.
“Hay un plato de comida para todo aquel que llegue, todos están invitados a comer. Esta costumbre se corresponde con la hospitalidad africana, de acuerdo con la cual, el dueño de la casa brinda a sus visitantes lo mejor que tiene. Con cariño, los santeros miembros de la casa atienden a los invitados y procuran que se sientan “como en familia”.

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