Ogbe Juani es uno de los 256 signos del Oráculo de Ifà, donde
convergen directa o indirectamente los siete pecados capitales conocidos y
establecidos por el Papa Gregorio Magno en el siglo VI (dc): avaricia,
soberbia, pereza, gula, envidia, lujuria e ira.
Para colmo de males también entran en escena los “siete
pecados sociales” (según planteamiento del Vaticano en el año 2.008). 1.-No a
la manipulación genética; 2.-No a los experimentos en seres humanos; 3.-No a la
contaminación del medio ambiente; 4.-No a la injusticia social; 5.-No causaras
pobreza; 6.-No al enriquecimiento ilícito; 7.-No al consumo de drogas
(sumaríamos nosotros sustancias psicotrópicas y estupefacientes).
Es muy loable esa decisión tardía del Papa en su obstinada
lucha por enfrentar a la ciencia y la tecnología. Si la influencia del jerarca
del estado del Vaticano fuera contundente y la palabra de sus líderes moviera
aunque fuera algo los cimientos de la
comunidad internacional, no habría sido posible la clonación de la oveja Dolly.
Tampoco habrían sido posibles los trasplantes de corazón y de
otros órganos. También los directivos de todas las compañías petroleras del mundo deberían ser juzgados por el daño
que han causado al medio ambiente. No existiría tanta injusticia social, donde
unos pocos tienen de todo y la gran mayoría apenas sobrevive.
Todo esto está implícito en el quinto “pecado social”: no
causaras pobreza. La actual crisis por la que pasan los Estados Unidos y
Europa, pareciera que sus líderes o gobernantes no oyen las advertencias hipócritas
del jefe del Vaticano.
Decimos hipócritas porque se debe pregonar con el ejemplo y
el Vaticano posee riquezas que podrían ayudar a mitigar el hambre y la
desigualdad social en muchas partes del mundo (sobre todo pueblos de África).
Lo relativo
al enriquecimiento ilícito, es el denominador común en todas las naciones en
los actuales momentos. Hasta ahora no conocemos un país donde no esté presente
la corrupción. El afán de lucro de unos pocos ha corrompido a casi toda la
humanidad.
Por ejemplo en el caso de Venezuela, algunos comerciantes y
empresarios no se conforman con el 30% de ganancias, sino que buscan dividendos
más allá del 1.000 %. Buscan enriquecerse con el menor costo posible.
Lo relativo al séptimo “pecado social” no al consumo de
drogas, no sabemos si reír o llorar o quizás llorar de risa. Solo con que los
gobiernos de dos países (ustedes saben cuáles son) uno el gran productor de
drogas y el otro el gran consumidor lograran ponerse de acuerdo, erradicarían
ese flagelo que tiene al mundo en zozobra.
Sin embargo observamos que eso sería como matar a la gallina
de los huevos de oro. En el supuesto negado que eso se logre, porque no vemos
intenciones serias en ese sentido, muchas economías a nivel internacional se
vendrían a pique, porque el lavado de dólares desaparecería.
Hay una historia del signo Ogbe Juani que dice así : “Erase
una vez una tierra muy competitiva, donde todos luchaban por sobrevivir, por
ser los mejores y donde por supuesto también proliferaban las zancadillas, las
trampas y el desprestigio del contrario. Este no era considerado como un
adversario o contrincante, sino como un enemigo.
Esa tierra
gozaba de una fuerte industria metalúrgica, pues explotaban un extraño metal
que era muy cotizado en todos los mercados del mundo.
Se desarrolló una guerra de dos ideologías, de puntos de
vista antagónicos, polémicos y controversiales. Uno basado en el beneficio
individual de una clase poderosa y el otro en la búsqueda del bien colectivo de
los más necesitados, de los que habían sido ignorados.
En ese lugar había un gobernante que hábilmente logro ser el
primer mandatario, porque según dicen logro llegar al corazón de la gente que
lo eligió, rechazando las prácticas de gobiernos que prevalecieron por varias
décadas. Este gobernante que sus enemigos denominaron el tirano-dictador,
planteo una forma de mandato para favorecer a los más débiles, a los
desposeídos, ignorados y explotados por mucho tiempo.
Sin embargo sus contrincantes que en realidad eran sus más
acérrimos enemigos, construyeron la más sofisticada red de zancadillas,
trapisondas y mentiras para desprestigiar al gobernante.
Ellos tenían un vasto poder económico, los medios suficientes
para llegar a las masas y algo sumamente importante que no se resignaban a
estar fuera del poder, pues se habían acostumbrado a ejercerlo por mucho tiempo
y el hecho de no mandar mermaba económicamente sus ingresos monetarios y no
estaban dispuestos a hacer concesiones.
Tenían las manos metidas en todo, eran como el pimentón pues
estaban en todos los guisos. El veneno que destilaron sobre los habitantes de
esa tierra de nunca jamás, fue de tal magnitud, que después de un poco más de
dos décadas del tirano-dictador, lograron embaucar a gran parte de sus
habitantes y tomaron de nuevo el poder.
La persecución y ensañamiento contra los caídos fue brutal,
despiadada y sin misericordia. Las cárceles se llenaron de justos y pecadores, así
como también los hospitales, clínicas y centros de salud de heridos, impedidos,
postrados e inhabilitados.
En los cementerios simplemente abrieron suficientes fosas
comunes, porque la cantidad de muertos sobrepasaba las posibilidades de un
entierro normal y corriente y para evitar al mismo tiempo una epidemia.
Se suspendieron muchos vuelos de aeronaves, debido a la
cantidad de zamuros que entorpecían los corredores aéreos. Volvieron como el
ave fénix, renacieron de sus cenizas y reeditaron sus antiguas prácticas de
proyecto no factible, que chocaba con las expectativas de por lo menos la mitad
de sus moradores.
En menos de tres meses los habitantes de ese lugar,
despertaron de los efectos de la droga vertida por la verborrea de sus
dirigentes, seguidores, amigos y se rebelaron de forma más violenta a como lo
habían hecho años atrás. Dicen las crónicas de la época que se desato una
guerra civil.
El lugar quedo desolado, prácticamente en ruinas y fue presa
fácil de personas extranjeras que se escudaron en la reconstrucción del lugar,
pero su objetivo era adueñarse del mismo, de su industria metalúrgica y hacer
realidad su sueño de anexarlo luego como una colonia más a equis territorio y
seguirlo explotando como hicieron décadas atrás”.
La historia narrada nos muestra como la avaricia, la ira y la
soberbia, por una parte, pudieron fácilmente destruir un pueblo, que no supo
distinguir la mentira de la verdad. Por otra parte los “pecados sociales”
numerados desde el número tres al siete también tuvieron su participación.
Recordamos a los lectores que esta es solo una historia, pero
muchas veces la verdad supera a la ficción y esta queda como un cuento de
hadas.
Nota: parte del articulo tiene como base el libro: “Los
pecados y las virtudes vistos por el Oráculo de Ifà” cuyo autor es Luis Millán.
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